Los dientes de los hombres prehistóricos eran mucho más duros que los nuestros y también bastante más grandes. Los descubrimientos de los restos fósiles de cráneos prehistóricos y su posterior análisis así lo han demostrado. Estas características de los dientes de nuestros ancestros se debían principalmente a los hábitos alimentarios ya que, por ejemplo, antes de que conocieran el fuego tenían que comer carne cruda y por este motivos sus dientes eran grandes y resistentes.
A medida que el hombre fue evolucionando, comía la carne cocinada en el fuego, mucho más tierna, de manera que la dureza de los dientes fue disminuyendo progresivamente.
Actualmente nuestros dientes son como un 50% más pequeños que los de nuestros ancestros. Hay científicos que piensan que nuestros dientes disminuirán aún más con el paso del tiempo.